Steven A. Rubin, Ph.D

El Dr. Steven A. Rubin, PhD, trabaja con un matraz de células inoculadas con el virus de las paperas en los laboratorios de la FDA en Silver Spring, Maryland.

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En una colección de pequeños recipientes de un bien iluminado laboratorio de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), se cultivan las bacterias que causan la tosferina.

Y en un laboratorio cercano, también se estudian cultivos del virus de las paperas con la intención de mejorar la eficacia de la vacuna contra esta enfermedad. Esta labor se lleva a cabo debido a que los informes de casos de paperas y tosferina (también llamada “pertussis”) han aumentado en los últimos años, a pesar de que muchas personas son vacunadas.

Como parte del compromiso de la FDA de proteger la salud pública, los investigadores están tratando de entender mejor por qué se producen estos brotes.

Están buscando maneras de mejorar aún más las ya seguras y eficaces vacunas con que cuentan los Estados Unidos en la actualidad.

Y están recordándole a los consumidores que la vacunación sigue siendo la mejor protección contra estas enfermedades y sus potencialmente graves complicaciones.

Sobre las vacunas y los hallazgos de la FDA

Las paperas: Antecedentes y hallazgos principales
Una vacuna es un producto médico que estimula el sistema inmunológico de una persona para protegerla contra una enfermedad específica. La FDA garantiza la seguridad y eficacia de las vacunas de uso en los Estados Unidos, y sólo aprueba aquellas que ha determinado que son seguras y eficaces.

“Las vacunas protegen contra enfermedades graves y salvan vidas”, señala el Dr. Steven A. Rubin, PhD, jefe del Laboratorio de Desarrollo Metodológico del Centro de Evaluación e Investigación Biológica de la FDA.

El Dr. Rubin estudia las respuestas inmunitarias a la vacuna que se usa para prevenir las paperas, una enfermedad contagiosa causada por un virus. Los síntomas más comunes incluyen: mandíbula y cachetes hinchados —debido a una inflamación dolorosa de las glándulas salivales— junto con dolor de cabeza intenso.

Aunque rara vez resulta en la muerte, las paperas pueden ser graves. Antes de que existieran las vacunas, las paperas eran la principal causa de la encefalitis viral (inflamación del cerebro) y de la sordera repentina en los Estados Unidos.

Desde que el programa de vacunación contra las paperas inició en 1967 en los Estados Unidos, el número de casos ha experimentado una reducción de más del 99% a nivel nacional. “Las paperas ya no son algo común en los Estados Unidos, pero aún se dan brotes esporádicos, incluso en poblaciones con un alto índice de vacunación”, explica el Dr. Rubin. “Históricamente, las paperas eran una enfermedad infantil, pero ahora los brotes por lo general afectan a jóvenes adultos, en particular en entornos de alta densidad y contacto cercano, tales como los de las universidades y planteles de educación superior”.

Hoy en día en los Estados Unidos, los niños reciben dos dosis de una vacuna combinada que contiene un componente contra las paperas. “Pero nuestra investigación indica que al llegar la edad universitaria, los niveles de anticuerpos contra el virus de las paperas han decaído de substancial”, añade el Dr. Rubin, lo que podría dejar desprotegidas a las personas.

De modo que, en colaboración con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), el Dr. Rubin y su equipo estudiaron la respuesta de participantes de edad universitaria a una tercera dosis de la vacuna. Los participantes respondieron con un fuerte aumento de anticuerpos durante el primer mes después de la vacunación, pero en cosa de un año cayeron casi a los niveles previos a la dosis.

“Esto sugiere que es poco probable que una dosis adicional de la vacuna ofrezca una solución de largo plazo”, lamenta el Dr. Rubin. “Ahora estamos buscando otras maneras de mejorar la vacuna, tales como optimizar la estructura del virus de la vacuna para activar una producción de anticuerpos más robustos y duraderos”.

La tosferina: Antecedentes y hallazgos principales
La FDA está estudiando la tosferina porque su prevalencia ha venido aumentando a un ritmo constante en los últimos 20 años. También conocida como pertussis, esta grave enfermedad contagiosa es causada por una bacteria. Puede ocasionar una tos violenta y rápida, que continúa hasta que los pulmones se quedan sin aire y la persona inhala haciendo un ruidoso “estertor”.

“El tosferina es más grave y puede ser extremadamente peligrosa en los bebés, sobre todo aquellos que son demasiado pequeños como para haber recibido la serie completa de vacunación infantil contra la tosferina”, advierte el Dr. Tod J. Merkel, PhD, investigador en jefe del Laboratorio de Patógenos Respiratorios y Especiales de la FDA. “La tosferina puede causar complicaciones graves y a veces potencialmente mortales, discapacidad permanente e incluso la muerte, sobre todo en bebés y niños pequeños”.

Las vacunas para combatir esta enfermedad tienen una larga historia en los Estados Unidos. Las primeras vacunas de “células enteras” para proteger contra la difteria, el tétanos y la tosferina estuvieron disponibles en el país en los 1940, y contenían bacterias Bordetella pertussis muertas, pero “enteras”. Las preocupaciones sobre los efectos secundarios de estas primeras vacunas llevaron a la creación de las vacunas DTPa; la “a” significa “acelular”, para indicar que estas vacunas contienen sólo partes de la bacteria pertussis, en vez de células muertas enteras. Las vacunas acelulares contra la tosferina resultaron en menos efectos secundarios. La FDA aprobó por primera vez una vacuna DTPa para su uso en bebés desde las 6 semanas de nacidos en 1996.

Hoy en día, el Dr. Merkel estudia la vacuna contra la tosferina en babuinos, un tipo de animal que reproduce de manera muy parecida la forma en que esta enfermedad afecta a las personas.

Sus hallazgos sugieren que aunque las personas inmunizadas con vacunas acelulares pueden estar protegidas contra los síntomas de la tosferina (a veces llamados pacientes “asintomáticos”), aún es posible que resulten infectados. Y estas personas pueden infectar a otras, incluyendo bebés.

“Ése fue un descubrimiento importante; abrió un camino a seguir”, explica el Dr. Merkel. “Ahora nuestro trabajo se centra en tratar de entender las formas en que podemos mejorar la vacuna para que prevenga la infección y la transmisión, además de los síntomas de la enfermedad”.

La conclusión final

Claramente, es mejor estar vacunado que no estarlo, afirman tanto el Dr. Rubin como el Dr. Merkel.

“Dos dosis de la vacuna de las paperas que se usa en los Estados Unidos tienen una eficacia de alrededor del 88 por ciento, lo cual es muy bueno. La ausencia de una vacuna es 100 por ciento eficaz”, explica el Dr. Rubin. “Y si una persona vacunada contrae paperas —un acontecimiento poco común—, los síntomas serán menos severos y durarán menos, en comparación con los síntomas de alguien que no está vacunado”.

Este hecho acerca de los síntomas también es válido para la vacuna contra la tosferina. “Quienes están vacunados tienen menos probabilidades de enfermarse, y las personas vacunadas que sí se enferman padecen una enfermedad más leve”, explica el Dr. Merkel. “Las personas vacunadas están protegidas contra enfermedades graves”.

“Si es un adulto y no ha recibido la vacuna contra la tosferina en los últimos 10 años, debería hacerlo”, continúa el Dr. Merkel. “La vacunación es especialmente importante si está embarazada, porque sus anticuerpos pueden pasar al feto, proporcionándole a su recién nacido una protección esencial durante los primeros meses de vida”.

Hable con su prestador de servicios de salud si tiene alguna pregunta o inquietud sobre las paperas, la tosferina o las vacunas para combatirlas.

Y sepa que la FDA continuará con sus estudios. “Disfrutamos la ciencia”, afirma el Dr. Merkel, “pero lo que anima nuestra investigación es el deseo de hacer una diferencia”.

Este artículo está disponible en la página de Artículos para el Consumidor de la FDA, en la cual se publican las últimas novedades sobre todos los productos regulados por la FDA.